Organizaciones de Derechos Humanos, entre ellas Human Rights Watch y Amnistía Internacional, han denunciado que Israel ha utilizado fósforo blanco suministrado por EE.UU. en el sur del Líbano y en Gaza. Debido al grave daño que causa en la población civil, grupos de Derechos Humanos dicen que el uso reciente de fósforo blanco debería investigarse como un crimen de guerra.
El fósforo blanco puede adherirse a la piel de sus víctimas y causar potencialmente quemaduras mortales y daños respiratorios. Esto ha llevado a que su uso esté prohibido por el Derecho Internacional Humanitario. Las partidas enviadas por Estados Unidos y utilizadas por Israel probablemente fueron producidas en Fábricas y Depósitos de Municiones de Luisiana y Arkansas en 1989 y 1992.
Estos proyectiles no están destinados a ser utilizados como armas incendiarias, sino más bien a producir humo blanco para ocultar a los soldados de la visión de las fuerzas enemigas. Tras la publicación de un artículo en The Washington Post sobre el uso de fósforo blanco por parte de las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) –Israel Defense Forces (IDF)–, John Kirby, portavoz del Consejo de Seguridad Nacional, dijo que la Administración de EE.UU. estaba preocupada por el uso de municiones de fósforo blanco y que intentaría investigar más sobre este problema. Quizás esta sea una forma elegante de decir que nada se hará al respecto.
Videos del Líbano y Gaza, verificados por Human Rights Watch mostraron que el 10 y 11 de octubre de 2023, hubo múltiples ráfagas aéreas de fósforo blanco disparadas por la artillería sobre el puerto de la ciudad de Gaza y hacia dos localidades rurales a lo largo de la frontera entre Israel y el Líbano, lo que aumentó las posibilidades de nuevos enfrentamientos con las fuerzas libanesas.
Lo que hace que el fósforo blanco sea particularmente peligroso para las personas es que puede quemarlas gravemente y causarles sufrimiento durante toda la vida. Como ha declarado Lama Fakih, director de Human Rights Watch para Medio Oriente y África del Norte, “el fósforo blanco cuando estalla indiscriminadamente en áreas urbanas pobladas, es ilegal, pues puede quemar casas y causar daños atroces a los civiles”.
El Derecho Internacional Humanitario exige que se tomen todas las precauciones para evitar lesiones y pérdidas de vidas de civiles. Esta preocupación surge de la técnica utilizada por las FDI de hacer estallar en el aire proyectiles de fósforo blanco, los que se esparcieron sobre una amplia zona, exponiendo así a más civiles a daños que los que produciría una explosión terrestre localizada.
Las fotografías de las víctimas civiles –en su mayoría mujeres y niños– en Gaza no logran transmitir el horror del sufrimiento. Sin embargo, en su poema “Tú y yo estamos desapareciendo”, el poeta estadounidense Yusef Komunyakaa, ganador del Premio Pulitzer de Poesía en 1994, describe dramáticamente los efectos de la quema en una mujer joven.
“Tú y yo estamos desapareciendo” de Yusef Komunyakaa.
—Bjöm Håkansson
El grito que traigo desde los cerros
pertenece a una niña que sigue ardiendo
dentro de mi cabeza. Al amanecer
ella arde como un trozo de papel.
Ella arde como fuego fatuo
en un valle confinado.
Una falda de llamas
baila alrededor de ella
en el crepúsculo.
De pie, con muestras manos
colgando a cada lado,
mientras ella se quema y se consume
como un saco de hielo seco.
Llamea como aceite sobre el agua.
Arde como una antorcha de espadaña
embebida en gasolina.
Fulgura como la brasa oleosa
del cigarro de un banquero,
silenciosa como el mercurio.
Un tigre bajo un arcoíris
al anochecer.
Arde como una medida de vodka.
Como si fuera un campo de amapolas
en los confines de la selva lluviosa.
Asciende como aliento de dragón
hasta mis fosas nasales.
Ella en llamas como una zarza ardiente
atizada por un viento ominoso.